Los mediadores/as coincidimos en afirmar que la clave en mediación es devolver el poder de decisión a sus legítimas dueñas, las personas mediadas.

La sociedad global nos lleva a ceder o atacar, pero no nos prepara para regular nuestras emociones, escuchar, expresar y consensuar. No obstante, las emociones son la esencia de la vida están implícitas en la condición humana. Su inmaterialidad dificulta analizarlas, conocerlas, nombrarlas y ser consciente de sus efectos en nuestro comportamiento. Las emociones son respuestas complejas del organismo que es interesante conocer y gestionar ¿Dónde están las emociones? ¿Cómo se estructuran? ¿Cuántas son? ¿cómo funcionan las emociones?

La emoción se activa a partir de un acontecimiento (pasado, presente, futuro, imaginario etc.), automáticamente hacemos una valoración (riesgo, un logro, una amenaza etc..) , se activa una respuesta emocional positiva o negativa que nos predispone a actuar. El miedo nos hace huir, la ira despierta impulsos de ataque, la tristeza nos da ganas de llora y la alegría de reír, etc.

Nuestro reto como profesionales gestores de conflictos es actuar siendo consciente de nuestras emociones y regular sus efectos sobre nuestros actos y nuestras palabras, así como, acompañar a las personas mediadas en este mismo proceso.

Daniel Goleman en su libro sobre inteligencia emocional, nos dice “Quisiera imaginar que algún día la educación incluirá en su programa de estudios la enseñanza de habilidades tan esencialmente humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía y el arte de escuchar, resolver conflictos y colaborar con los demás

Mencionando la educación y su programa de estudios, asalta mis pensamientos un poeta que me impactó siendo una adolescente estudiante de Bachillerato. Hablo de Arthur Rimbaud y, en particular, de su poema más celebre “el barco ebrio “. Arthur Rimbaud inmerso en el torbellino de sus emociones y su caída a los infiernos encontró en la palabra y la poesía el sosiego. Compartir su poema con Paul Verlaine y poner por escrito sus emociones, sentimientos le permitió apaciguar la tormenta.

El mediador dispone de una herramienta poderosa las palabras, el lenguaje y los elementos de la comunicación. La profesión de origen puede servir a comprender el problema, pero no es suficiente. La mediación requiere un sólido conocimiento de la comunicación humana y del universo de las emociones. Implica aprender y entrenar la observación, la percepción y el autoconocimiento. Sólo descubriremos las actitudes en los demás si somos capaces de ver las nuestras.

El mediador/a, con su escucha atenta emocional, puede ayudar a localizar, centrar las emociones generadas por el problema (ira, ansiedad, pena, frustración, vergüenza, orgullo, miedo, angustia, incertidumbre…) y a ponerles nombre.  El sentimiento es precisamente esa emoción hecha consciente. El sentimiento debe ser atendido para generar confianza, rescatarlo, demostrar empatía y gestionarlo, para facilitar la comunicación. Esta conexión pensamiento-emoción-acción nos conduce a la psicología conductual-cognitiva que describe un circuito que conecta el pensamiento (ideas, creencias, suposiciones) con la emoción (sentimientos, humor, reacciones) y la conducta (actuación, hechos, gestos, maneras, expresiones).

El mediador/a no puede ignorar esa conexión y la parte positiva es que podemos indagar en ese proceso infernal de emociones, sentimientos que las personas han llevado a cabo a lo largo del conflicto. Cuando las personas mediadas distorsionan su comunicación otorgando significados, razonamientos a hechos, acontecimientos o pensamientos, podemos acompañarlos en la toma de consciencia del significado dado a los datos y ayudarles darle la vuelta. Con ello, les pondremos en disposición de coger las riendas de su vida y encontrar un espacio común desde el que consensuar una interpretación compartida que les permita tener en cuenta sus intereses y necesidades.

Fisher, Ury y Patton afirman que el conflicto no está en la realidad objetiva sino en la mente de las personas. La verdad es, simplemente, un argumento más para tratar las diferencias. La diferencia existe, porque existe en sus mentes. Las esperanzas, aunque infundadas, pueden causar una guerra. Los hechos, aunque se verifiquen, pueden no contribuir en nada a la solución del problema […] Finalmente, es la realidad, como la percibe cada una de las partes, lo que constituye la salida.

Par concluir en primer lugar, asevero que una de las competencias esenciales para un gestor/a del conflicto es la emocional entendida como la capacidad para tomar conciencia, comprender, expresar y regular de forma apropiada los fenómenos emocionales. En segundo lugar, con igual importancia, revindico el poder de la palabra. Hablar es expresar con palabras lo que pensamos, sentimos, hacemos, nos imaginamos o percibimos a través de los sentidos. Hoy sabemos que las neuronas del lenguaje están íntimamente conectadas con las neuronas encargadas de razonar, de regular las emociones, y de otras muchas funciones vitales. El lenguaje forma parte esencial del centro de mando del ser humano.

Finalizo mi artículo con esta frase que ilustra a la perfección mis conclusiones “a lo largo de la historia humana, nuestros más grandes líderes y pensadores han usado el poder de las palabras para transformar nuestras emociones, para alistarnos a sus causas y para dar forma al curso del destino. Las palabras no solo crean emociones, también crean acciones, Y de nuestras acciones fluyen los resultados de nuestra vidaTony Robbins, 2000.

Blanca Barredo Gutiérrez,

miembro de IMI Instituto de Mediació Integral. Docente en EIM Escuela Internacional de Mediación.

Publicado originariamente en la web de la EIM


BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS

Bisquerra,R. (2016).  10 ideas clave Educación emocional. Barcelona Graó

Rojas Marcos,L. (2019) Somos lo que hablamos. El poder terapéutico de Hablar y hablarnos. Barcelona Grijalbo

Bisquerra, R. (5ª edición 2020) Universo de emociones Barcelona. Edición PalauGea

Published On: 2 de marzo de 2021